Es valiente hacer una película así. Intuyes desde el principio por qué el protagonista ha pasado 10.000 noches en ninguna parte y al final lo comprendes. Todo es demasiado doloroso y perturbador. Día a día, minuto a minuto, está ahí, pero se sigue viviendo. A cualquiera le puede suceder algo horrible, nadie se libra, alguna vez. Pero si algo sórdido te sucede cuando estás echando raíces puede agarrarse a ti para siempre. ¿Hay soluciones? Seguir hacia delante, cerrar esa puerta y abrir otra. Huir, evadirte hacia el mundo de la imaginación y del arte, a través de quien un día te hizo sentir osado y libre. Ver, por ejemplo, esta película, y dar gracias porque lo que te está pasando a ti no sea tan terrible.
Nada nos atrapa si sabemos volar.Y a veces, para volar, hay que cerrar los ojos.
Julia Lasagabaster
Fotogramas de la película de Ramón Salazar 10.000 noches en ninguna parte
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