jueves, 22 de enero de 2015

Ser o estar

Paisaje de nubes
Julia Lasagabaster












No quiero irme
¿Por qué?
Tengo que irme
Cerrar esta puerta y seguir adelante
Por un camino desconocido
Pero cuando pienso en ti
Cuando te miro
Me quedo
Se me encoje el corazón sólo de pensar en dejarte
En abandonar esta tristeza que en mis labios se vuelve tan dulce
Rompo el cristal de tu silencio
Los copos de nieve que caen me hablan
Me dicen lo que yo quiero oír
Y todo se queda nevado
Puro y blanco

Pero ya lo sé
Ahora lo sé
Si no me voy es porque tampoco quiero abandonar la felicidad
La felicidad

La felicidad que cada día me abandona
Que me angustia y me alivia al despertar
Con todos sus recuerdos y canciones
La felicidad que me abandona cada noche
Que me sigue abandonando

La felicidad

Ahora quiero la valentía
Sobre el estado de la felicidad y del dolor
La valentía de ser

La valentía


Julia Lasagabaster


lunes, 12 de enero de 2015

Georges de La Tour: el pintor misterioso

Magdalena penitente, Wrightsman Collection
1625-1650


A veces leemos la biografía de algunos artistas y curiosamente, después de hacerlo más misteriosos nos parecen. Georges de La Tour es uno de ellos. Es uno de los más importantes pintores tenebristas del barroco francés, pero fue olvidado durante varios siglos hasta resurgir a finales del siglo XIX gracias a varios investigadores del arte que dieron luz de nuevo a su obra. Sus pinturas navegan entre la realidad de la época y las escenas religiosas y místicas que evocan. Nos recuerdan a Caravaggio, pero no hay constancia de que viajase a Italia para conocerle, ni ningún testimonio sobre su inspiración; sólo se puede conjeturar a partir de datos muy objetivos de su vida, como su nacimiento en Lorena, su matrimonio, su descendencia, los aprendices que pasaron por su taller y la considerable posición que tuvo, ya que es mencionado como pintor real.

Pero sus cuadros dicen mucho más. Maestros en el juego entre la luz y la sombra, y perfectos en el equilibrio de su composición. La oscuridad que domina en ellos se entibia poco a poco y los personajes se acercan a nuestros ojos iluminados por una luz natural: una antorcha, un candil, la llamita de una vela. Diría que el alma se nos queda enganchada en esos escenarios y que la mirada pasea tranquilamente tratando de discernir donde comienzan y acaban los contornos. La atmósfera tiene algo de grandioso y sublime, de estar a solas con nuestro ser y a la vez involucrados en un mundo que siempre podemos contemplar pero nunca habitar.

Julia Lasagabaster


Obras de Georges de La Tour, prodigios de la mística geometría con la que se construye el universo.  



El recién nacido
1645-1648




San Sebastián cuidado por Santa Irene
1634-1643





María Magdalena
1636




La candela
1630-1635




San José
1642





Job
1630




El sueño de San José
1640




Leyendo a la luz de una vela
¿A escondidas?
Mágico





viernes, 9 de enero de 2015

Kaixo Pajarito

Mirlo y luna
Pluma y acuarela
Julia Lasagabaster

Están construyendo una nueva casa. Los obreros se han levantado antes que yo. El ruido metálico de sus martillos se mezcla con el ruido del tráfico. Estoy atravesando el puente. Acabo de ver a un compañero tuyo, un mirlo posado en las ramas brillantes y negras de un árbol. Entre ellas también estaba la luna amarilla. El cielo, lila. Cuando le he mirado, el pajarito ha volado. Ahora camino sobre las baldosas de colores del puente. ¿Te has levantado ya? ¿O estás aún arrebujado en tu nido? Quizás estés dando un paseo solitario y estés viendo también las primeras luces del día. Esta luz entre el día y la noche es la más nítida y bella.
Hasta pronto, Pajarito del Norte

Julia


jueves, 1 de enero de 2015

Nunca es demasiado tarde

Nunca es demasiado tarde, hasta que llega la muerte y corta con su filo la última cinta que te unía con lo imposible.
Esta es la historia de un hombre solitario y solo. Su mundo es su trabajo y en el busca la excelencia. No es un trabajo como otro cualquiera, es peculiar; y lo realiza con gran detalle y meticulosidad. Se trata de encontrar a los familiares de las personas que han muerto solas para dignificar y arropar el momento de despedir su vida. De buscar a alguien que se acuerde de ellas, y que no desaparezcan en una total desolación.
La cámara se recrea en las pequeñas, tiernas e inofensivas manías y rutinas de este hombre tranquilo que no espera nada para sí mismo, que acepta lo que le ocurre y que no juzga. Sólo mira, con esa mirada profunda que lo traspasa todo.

Julia Lasagabaster





Imágenes de la película Still life, de Uberto Pasolini, tomadas de internet


Vida aún



 Imaginando el cielo



Observo pero no juzgo


Ficheros olvidados


Por fin el amor


 Somos vagabundos