Cada año sacaba una fotografía de su rostro. Cada año su rostro podía contar una historia más. El paso del tiempo confería a su rostro una nueva cualidad, a través de una nueva arruga, quizás. Hasta que se hizo vieja. Hasta que las fotos se las sacaba una nieta. Antes de morir, le dijo, sácame una última foto. Su nieta, mirándole con los ojos brillantes, respondió: abuela, estoy segura de que estarás tan bella como en todas las demás.
Julia Lasagabaster
Las imágenes pertenecen a rostros del siglo pasado, años 90, en óleo sobre papel.
Julia Lasagabaster
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