6:26 AM Julia Lasagabaster |
Se despertó de pronto como tantas noches y supo que no podría volver a dormirse ya. En vez de dar más vueltas en la cama y en sus pensamientos intentando lo imposible, decidió levantarse, vestirse y salir a ver amanecer. Eran las 6:26 de la mañana cuando llegó al borde del río. Aún noche cerrada, pocos caminantes se cruzaban en su camino, y apenas se miraban. Observó las luces flotando en la oscuridad del agua, sus pasos eran rápidos y ligeros y no sentía frío. Casi volaba como en un sueño. Al llegar a la playa la soledad era absoluta, sólo iluminaban sus pasos la blancura de las olas y a su espalda las moles cúbicas del Kursaal recogiendo la luz eléctrica de la ciudad. Se quedó un rato mirando atrás, parecían dos gigantes fantasmales anclados en la arena. Siguió caminando por la orilla con el rugido de las olas, ya empezaba a ver más gente: un pescador preparando sus cañas, una persona paseando a su perro... El cielo también empezaba a verse entre las nubes, y a clarear el horizonte. Y había que seguir caminando.
Julia Lasagabaster
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